Llegó una tarde de verano hace ya unos cuantos años. Ninguno de nosotros lo esperabamos.Sin embargo el que se llevó la sorpresa mas grande fue el que mas tarde se convirtió en su compañero de tertulias y batallitas. Que conste que al principio le costó trabajo admitirlo en la familia, y mira que era adorable!Hasta la gente se paraba por la calle para mirarlo. Así que al final tuvo que ceder y desde ese momento se hicieron inseparables. Comían, salían, dormían, jugaban...juntos.Pero por las cosas de la vida su gran amigo se tuvo que marchar lejos y Milo se quedó solo. Él no aceptó su marcha y empezó a portarse mal en casa.No paraba de romper cosas y la familia se planteó que lo mejor era que lo regalasen a unos amigos suyos que tenían un campo para que pudiera defogarse por alli. Pero la hija pequeña pidió otra oportunidad porque ella sabía que en el fondo era el mejor perro que puede haber en el mundo. De esta forma Milo se quedó en la familia. Poco a poco le fue robando un trocito de corazón a cada persona que lo conocía. Gracias a la hija pequeña todos saben ya que es el mejor perro del mundo, solo había que darle a ese angelito (aunque a veces se desquicie un poco) una oportunidad.
Milo te canta cuando te ve un poco triste, juega contigo cada vez que se lo pides, te calienta los pies en la cama cuando hace frio, no se separa de tu lao si te ve un poco malusquillo, te da la bienvenida cada vez que llegas a casa...y un montón de cosas más que solo conocemos algunos privilegiados.
Ahora está pasando una época chunguilla pero que sepa que siempre vamos a estar con él.
Hago esta entrada porque me veía en la obligación ya que para mí Milo no es solo un perro, es parte de mi familia y me alegro haber creído en él, porque me puede seguir aportando todas esas cosas que lo hacen especial.
Desde aquí un beso mu grande pa mi Milo pa que se ponga bueno pronto y decirle que ya mismo estamos otra vez corriendo por la playa y disfrutando de esos amaneceres que poca gente puede ver.
